-Los obispos de México señalan que ven en el fenómeno de la migración una oportunidad de evangelización
Alfredo Pacheco / Bitácora Sur
Tuxtla Gutiérrez.- La Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) señaló que la Iglesia Católica reconoce la necesidad de un trabajo conjunto entre la sociedad y autoridades para atender el tema migratorio.
Los obispos de México han señalado que han visto que el fenómeno de la migración crea una oportunidad de evangelización, asimismo enfatizaron que se debe velar por los derechos de los migrantes, abrir corredores humanos seguros y dar posibilidades de trabajo.
Lo anterior luego de que recientemente la CEM emitió el mensaje “Unidos Construyendo el Futuro con los Migrantes” en el que expusieron su preocupación e hicieron peticiones a los gobiernos tanto de México como de los Estados Unidos ante el fenómeno de la migración en Norteamérica.
En dicho mensaje dan cifras y datos que permiten dimensionar el problema y conocer con detalle cuáles son los principales peligros a los que se enfrentan los migrantes, como lo son la incertidumbre, el rechazo, la extorsión, el tráfico humano, la persecución, la separación de la familia y la violación a sus derechos humanos, entre otros.
Asimismo, en el mensaje “Unidos Construyendo el Futuro con los Migrantes” detallaron que a pesar de los esfuerzos realizados por los voluntarios de programas de atención al migrante en los que la Iglesia y la sociedad trabajan de la mano la situación desborda la capacidad de atención y los voluntarios frecuentemente se enfrentan a la angustia por la falta de recursos, y a amenazas o violencia por parte del crimen organizado.
En ese sentido, cabe recordar las palabras de monseñor Rodrigo Aguilar Martínez, Administrador de la Arquidiócesis de la capital chiapaneca “por todos los caminos hay migrantes que van buscando nuevas veredas para procurar ir avanzando su sueño es ir a Estados Unidos”.
Aguilar Martínez ha señalado que Chiapas como diócesis fronteriza y estado fronterizo es sensible a la realidad de la migración, realidad que la experimentan muy de cerca y muy fuertemente en la diócesis de Tapachula y a la que se han unido las de Tuxtla Gutiérrez y San Cristóbal de las Casas.
