
-El Arzobispo de Tuxtla cuestionó la eficacia de programas sociales, pues jóvenes que los han recibido aún continúan inmersos en contextos de violencia
Alfredo Pacheco / Bitácora Sur
Tuxtla Gutiérrez, Chiapas.– El arzobispo de la capital chiapaneca, monseñor José Francisco González González, advirtió sobre la creciente utilización de adolescentes por parte de grupos criminales, quienes se aprovechan de las ventajas legales que tienen los menores en materia penal.
Lo anterior luego del asesinato del alcalde de Uruapan, Michoacán, Carlos Manzo, y que se dio a conocer que el autor material del homicidio fue un menor de edad, la igual que sus complices.
“El menor de edad ciertamente tiene una situación atenuante”, señaló. “A veces son manejados por otro tipo de personas que buscan ese beneficio de la ley”.
González González destacó que este fenómeno no es nuevo, pero sí alarmante por la facilidad con la que el crimen organizado recluta a jóvenes para cometer asesinatos, transportar droga o participar en actividades ilícitas, especialmente en regiones de alta vulnerabilidad social.
En ese sentido, cuestionó si realmente se atienden las causas que empujan a los jóvenes hacia la delincuencia. Recordó que, según algunos analistas, incluso aquellos jóvenes que han recibido programas sociales continúan inmersos en contextos de violencia.
“Seguramente este joven ya estuvo recibiendo beneficios sociales… y sin embargo la violencia sigue ejerciéndose en jóvenes”, dijo. “Quiere decir que la propuesta de los beneficios sociales no ha sido la mejor manera de inhibir la violencia”.
Monseñor subrayó que el dinero no debe ser el eje de la estrategia preventiva, pues
“no es lo mismo recibir unos cientos de pesos que cantidades mucho más atrayentes del crimen”. En su opinión, la verdadera vía para evitar que más menores terminen en manos del crimen organizado es una educación profunda, acompañada de seguimiento y rendición de cuentas.
También alertó sobre los riesgos a largo plazo de depender exclusivamente de apoyos sociales sin mecanismos sólidos de supervisión. Aseguró que si continúan sin cambios, podrían generar “una generación que ya no entiende el amor al trabajo”, lo que podría tener consecuencias sociales graves cuando el país enfrente límites financieros para sostener esos programas.
“Que Dios nos libre de vivirlo”, expresó. “Pero ciertamente se ha inhibido el amor al trabajo y al estudio porque simplemente se recibe, quizá con fines no académicos ni pacíficos”.
Para finalizar, el arzobispo llamó a fortalecer la educación, la formación en valores y la vigilancia efectiva de los recursos públicos, como vías indispensables para frenar la violencia y evitar que más menores sean atraídos por el crimen organizado.











